Barriga llena, corazón contento
En el kilómetro 87 hay una comunidad que hace feliz a quienes
la visitan. Con solo abrir la boca, residentes y visitantes, se llenan la
barriga y alegran el corazón. La Loma es una comunidad de dieciséis familias
que se dedican a los tejidos y al pastoreo, gente sencilla que acoge a quienes
allí llegan.
Lo que hace particular a La Loma es su buena comida y la
calidad de esta. La carne es sana y natural porque los chivos comen pasto de la
tierra que habitan. Es lo que nos cuenta María Pino, miembro de la comunidad:
“En la comunidad la comida es sana ya que la carne es natural porque los chivos
y los ovejos comen pasto de aquí mismo del monte. No consumen comida con
fertilizante, entonces diría yo que esa es la carne más sana, por ahora, igual
que la de la res. Aquí la diferencia con las otras comunidades es que en La
Loma, sea invierno, verano, con escasez o lo que haya, los animales se
mantienen gordos, eso sí se los garantizo yo. No se qué los hace mantenerse,
puede haber sequía que después que tengan agua se mantienen gorditos”.
Esta comunidad es habitada por personas amistosas, cariñosas,
respetuosas, que tienen ‘el palito’ para la cocina: “Somos gente que no utiliza muchas salsas en
la comida. Somos tradicionales y eso repercute mucho en las personas. Por
ejemplo, en otras partes, cuando una mujer wayuu, que no tiene las condiciones,
se desarrolla y no se cuida, la ves diferente. Y uno con cinco hijos se
mantiene firme, con la piel tan bien que dicen que no hemos parido porque
estamos bien duras”, afirma María.
De La Loma la gente se va con el corazón contento porque
llena su barriga con buena comida, pero también porque llena su imaginación con
las historias que cuentan quienes reciben a los foráneos dispuestos a
regresarlos a casa con un mundo nuevo en sus cabezas: “La gente se va feliz
escuchando historias nuestras, con la buena atención respecto a la comida, la
buena plática, se van felices, porque como dice el dicho: barriga llena corazón
contento. Somos una comunidad acogedora, sencilla, los invitamos a La Loma,
lleguen, visiten, estaremos esperándolos”.
Es tan importante para ellos contar historias que sacan el
tiempo para ello: “El fin de semana nos reunimos, nos sentamos a hablar o nos
vamos para el cementerio. Nos alegra reunirnos, nos contamos qué nos paso a
cada quien durante la semana”, afirma Julio Pino, autoridad tradicional de La
Loma. Y para tener los espacios dispuestos para ello, trabajaron recientemente
junto a Cerrejón, proyectos de infraestructura comunitaria, además, proyectos
de generación de ingresos para comunidades y fortalecimiento cultural.
María Pino extiende la invitación al lugar que, con solo
abrir la boca llena la barriga y alegra el corazón: “La Loma es una comunidad
que queda en el kilómetro 87, vía Puerto Bolívar. Si vienes de Uribia, a mano
izquierda. Si vienes de Puerto Bolívar, a mano derecha. Aquí estarán bien
recibidos, acogidos, con una artesanía bien elegante. Bienvenidos, aquí los
estaremos esperando”.