¿Qué es la historia?

 

¿Qué es la
historia?



Hernán Baquero Bracho

A raíz de lo que se ha
venido suscitando sobre la historia de Villanueva y cuando tratamos de
contestar a la pregunta ¿Qué es la historia?, nuestra respuesta, consciente o
inconscientemente, refleja nuestra posición en el tiempo, y forma parte de
nuestra respuesta a la pregunta, más amplia, de qué idea hemos de formarnos de
la sociedad que vivimos. No temo que parezca trivial, visto más de cerca, el
tema escogido. Sólo me asusta parecer pretencioso por haber planteado problema
tan amplio e importante.

¿Qué es un hecho
histórico? Es esta una cuestión crucial en la que hemos de fijarnos algo más
atentamente. Según el punto de vista del sentido común, existen hechos básicos
que son los mismos para todos los historiadores y que constituyen, por así
decirlo, la espina dorsal de la historia: El hecho, pongamos por caso, de que
la fundación de Villanueva fue en 1562. Más esta opinión sugiere dos
observaciones. La primera, que no son datos como éste los que interesan
fundamentalmente al historiador.  Sin
duda es importante saber que la fundación tuvo lugar en 1562 y no en 1662, o
que el fundador fuera el encomendero Luis de Villanueva, de ahí su nombre y
cien años después se cambió su nombre de San Luis de Villanueva por Santo Tomas
de Villanueva.

Villanueva desciende de
las Culatas que primero que Valledupar, donde el primer asentamiento de
Villanueva fue en la tierra que era de Alonso Silva, Alonso apellido que
después pasó a ser de los Alonso Baquero, allí se encuentran los restos del
general José María Loyd Herrera y de su mamá Teodora Herrera González, de donde
descienden las Culatillas que era también la región que hoy se conoce como
Manicongo.

El encomendero español
Roque de Alba, llegó a Villanueva cuando ya ésta estaba fundada en los 1698. Si
los indígenas ya eran pobladores y la fundación era un acto administrativo de
la corona española, como medio de poder del Nuevo Reino. Si así fuera, que los
indígenas fundaran poblaciones, entonces Villanueva tendría más de cinco mil
años, ya que nuestros aborígenes hace muchos milenios poblaban esta región, tal
como está registrado del esqueleto Chibcha, en el Museo de Oro de Bogotá, que
data del año 10.550 Antes de Cristo. El historiador tiene que saber estas cosas
con exactitud. Pero, cuando se suscitan problemas como éste, recuerdo aquella
observación de Housman: “la precisión es un deber, no una virtud”. Elogiar a un
historiador por la precisión de sus datos es como encomiar a un arquitecto por
utilizar, en su edificio, vigas debidamente preparadas o cemento bien mezclado.

La filosofía de la
historia no se escapa “del pasado en sí” ni “de la opinión que de él en sí se
forma el historiador”, sino “de ambas cosas relacionadas entre sí”. Esta
aseveración refleja los dos significados en curso de la palabra “historia”: La
investigación llevada a cabo por el historiador y la serie de acontecimientos
del pasado que investiga. “el pasado que estudia el historiador no es un pasado
muerto, sino un pasado que en cierto modo vive aún en el presente”. Más un acto
pasado está muerto, es decir carece de significado para el historiador, a no
ser que éste pueda entender el pensamiento que se sitúa tras él. Por eso, “toda
la historia es la historia del pensamiento”, y “la historia es la reproducción
en la mente del historiador del pensamiento cuya historia estudia”. La
reconstitución del pasado en la mente del historiador se apoya en la evidencia
empírica. Pero no es de suyo un proceso empírico ni puede consistir en una mera
enumeración de datos. Antes bien el proceso de reconstitución rige la selección
y la interpretación de los hechos. “la historia”, dice el profesor Oakshott,
que en esto está muy cerca de Collingwood, “es la experiencia del historiador.
Nadie la hace como no sea el historiador: el único modo de hacer historia es escribirla”.

Ante todo,  los hechos de la historia nunca nos llegan en
estado “puro”, ya que ni existen ni pueden existir en una forma pura: siempre
hay una refracción al pasar por la mente de quien los recoge. De ahí que,
cuando “llega” a nuestras manos un libro de historia, nuestro primer interés
debe ir al historiador que la escribió, y no a los datos que contiene. En
general puede decirse que el historiador encontrará la clase de hechos que
busca. Historia significa interpretar. El historiador no pertenece al ayer sino
al hoy.

 El historiador empieza por una selección
provisional de los hechos y por una interpretación provisional a la luz de la
cual se ha llevado a cabo dicha selección, sea esta obra suya o de otros.
Conforme va trabajando, tanto la interpretación como la selección y ordenación
de los datos van sufriendo cambios sutiles y acaso parcialmente inconscientes,
consecuencia de la acción recíproca entre ambas. Y esta misma acción recíproca
entraña reciprocidad entre el pasado y el presente, porque el historiador es
parte del presente, en tanto que sus hechos pertenecen al pasado. El
historiador y los hechos de la historia si son mutuamente necesarios. Sin sus
hechos, el historiador carece de raíces y es vacío; y los hechos, sin el
historiador, muertos y falsos de sentido. Entonces ¿Qué es la historia? Un
proceso continuo de interacción entre el historiador y sus hechos, un diálogo
sin fin entre el presente y el pasado.

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