¡Oh san juan… eres cuna incomparable!

 

¡Oh san juan… eres cuna incomparable!

Por: Ana Cecilia Fuentes

La era contemporánea y el modernismo acabaron con las sanas costumbres
en San Juan del Cesar ante la indiferencia de sus habitantes.

Disculpen la osadía de tomar una de las frases que hacen de
nuestro himno municipal una de las más bellas melodías (letra y música del doctor
Darío Lacouture Acosta) para contarles, sobre todo a los sanjuaneros ausentes,
lo poco que está quedando de esa “cuna incomparable”.

No sé si el boom de las construcciones modernas, las
urbanizaciones que nos esté trayendo progreso. Pero da verdaderamente dolor de patria
observar cómo derrumban nuestras bellas arquitecturas coloniales de paredes
altas e imponentes, San Juan del Cesar está progresando, pero al tiempo lo que
dejaron nuestros ancestros construidas en adobe con bellos y finos acabados,
pero lamentablemente el afán de adquirir unos pesos está acabando con

nuestro bello y señorial pueblo de gente amante de lo bueno.

Hoy ya no encontramos esos bellos jardines, patios y
traspatios que servían para reunirse en familia alrededor de un sancocho, de
unos pasteles, de un asado y donde los niños jugábamos peregrina, bailaban trompo
los muchachos, peleábamos a los gallitos con los tocos.

Eso es historia, porque hoy construyen apartamento tras
apartamento, y a las casas ya no les quedan patios ni traspatios, muchos se han
quedado embargados y se construyen apartamentos, el fin es arrendarlos, pero
aún no llegan los arrendatarios, porque esto se ha encarecido, hoy una humilde
mujer que trabaja de manicurista debe cancelar por una piecita hasta 400.000 y
50.000 pesos mensuales.

San Juan del Cesar está progresando, pero al tiempo se va
perdiendo la belleza colonial y las costumbres de compartir con los vecinos.

El espacio público no existe, fue cambiado por andenes
repletos de mercancía, fogones con los chuzos y para poder caminar por las
calles y carreras se debe hacer como si se saltaran los charcos del municipio de
Maicao, saltamos la yuca, el cebollín, los bultos de frijol, y ni que hablar de
las feas casuchas que colocan al frente de las coloniales casas, tal es el caso
de la casa propiedad de la familia Ariza y del desaparecido Albertico en el
marco de la Plaza Santander, donde el poder del dinero vale más que la fachada
colonial de nuestros ancestros.

Hoy ya no se ven esos bellos jardines, patios y traspatios
que servían para reunirse en familia.¡Oh San Juan! … eres cuna incomparable,
ojalá que los hijos adoptivos que están llegando de otras regiones del país nos
traigan progreso. pero que también te quieran como tierra que los acogió en su
seno para que nos enseñen la cultura del buen ciudadano. El que barre el
frente, el que saca la basura solo cuando llega el carro recolector, el que
paga los impuestos, el que vela porque San Juan luzca limpio, el que ofrece una
sonrisa en su negocio al cliente que llega para comprar sus productos, el que
le ofrece oportunidad laboral al sanjuanero en su microempresa, el que no vende
los productos con fechas vencidas.

Esto no
es más que una querella retomada del sanjuanero raizal, el que mira con
indiferencia cómo estamos progresando, pero al tiempo estamos perdiendo nuestra
belleza colonial, nuestras costumbres de sentarse a la puerta a degustar un
tinto, dialogar con el vecino, porque ya no quedan vecinos estos se cambiaron
por la tienda, el restaurante, la oficina en arriendo, el hotel, la oficina en
arriendo, que muchas veces ni conocemos a los que lo habitan. Si fallece un
vecino ya ni nos enteramos, y si es el caso, ya no se guardan los nueve días
del duelo; aquí está el velorio, y al lado la cantina con altos decibeles en la
música.

Son otros tiempos, la era contemporánea y el modernismo
acabaron con las sanas costumbres, pero nos preguntamos ¿Qué tan beneficioso es
este progreso o deterioro de las costumbres? De manera acelerada estamos
borrando el pasado de un pueblo apacible y sano donde todos nos conocíamos y
nos apreciábamos. Hoy hasta el núcleo familiar se afecta y se destruye.

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