Un costo muy alto
Por: Carlos Rafael González Ariza
Ha costado demasiado a la mujer, su reconocimiento como
sujeto con igualdad de derechos al hombre. Se le culpó a Eva de haber sido
responsable del pecado original. En un comienzo su papel se limitaba al cuidado
de los hijos y a la atención del marido. Su representación correspondía al
padre y una vez casada, la representaba su cónyuge. Se les negaba el derecho a
la educación y a inmiscuirse en asuntos políticos.
Poco a poco y a un costo muy alto, ha ido logrando su
inclusión y aunque hace falta mucho por reivindicar, no se puede negar que está
muy lejos del punto de partida. Yo aprendí desde pequeño, rodeado de ejemplos
de mujeres trabajadoras, que solas hacían el papel de madre y padre al tiempo,
aprendí que eran iguales o superiores a nosotros.
Por eso detesto ese lenguaje machista, en que el hombre dice
que ayuda en las labores de la casa y al cuidado de los hijos, como si el hogar
fuese propiedad de la mujer y los padres no tuviesen todas las
responsabilidades que nacen de la decisión de tener hijos. Y así con un
lenguaje disfrazado de amor y solidaridad hacen de sus deberes una colaboración
y no la realización de una obligación cumplida a medias, aunque se hable de una
gran ayuda para la mujer.
Mi respeto a todas las mujeres y, como siempre, hoy en su
día, dejo constancia expresa de mi
admiración por ellas. Felicitaciones a la mujer por haber logrado su
reconocimiento como sujeto de derechos y obligaciones, con el concurso de
muchos hombres que siempre las hemos mirado como nuestros iguales.
Si de una mujer nacimos no hay razones para no quererlas y
para no aceptar que son personas como uno y tratarlas como lo que son: seres
especiales y capacidades iguales a todos los humanos. Dios bendiga a todas las
mujeres.