Zambrano, tradición agrícola y pecuaria en el sur de La Guajira.

Por Alcibíades Núñez Manjarres

A tan solo diez minutos de la cabecera municipal de San Juan del Cesar, en el sur de la Guajira, se encuentra el centro poblado de Zambrano, una pequeña comunidad que, durante varias décadas, especialmente entre los años 50 y 80, cimentó su economía y su identidad en las actividades agrícolas y pecuarias. Sus suelos fértiles hicieron posible el cultivo de yuca, frijol, maíz, patilla, melón, ahuyama y algodón, productos que marcaron la vida y la memoria de generaciones enteras.

Durante esos años, Zambrano fue escenario de una intensa actividad agrícola. Numerosos campesinos se dedicaban al cultivo de algodón, un producto que impulsó la economía local y dinamizó el trabajo comunitario. Entre los agricultores más recordados figuran Lenchito Fernández en su parcela los Ceibotes; Juan Bautista Núñez Orozco y Juan Bautista Núñez Amaya, en Buenos Aires y El Totumito; así como Tío Camilo en los trupios y el cañito, Tío Mando en los Jobitos, Antenor, Enrique y Naldo Orozco en el Cerro y Carmona, Tío Beto en los Fogones. También se destacan Rafael Plata en los Derramaderos, Alcides Daza en la Majagua, Enrique Daza en el Cadillal, Hernando Orozco en Mocolú, Gracia y Franco Gutiérrez en Rastrojito, Enrique Vega en la Socolita y el provenir, la vieja Ana Bermúdez y Francisco Fernández en el Carbonal, entre muchos otros que llevaron sobre sus hombros el desarrollo agrícola del corregimiento.

Este año, el agricultor Hugues Núñez Gutiérrez, decidió sembrar frijol en las 3,5 hectáreas de su parcela “Los Fogones”. Su cultivo despertó la nostalgia de quienes crecieron entre las siembras, como el autor de este relato. Para muchos Zambraneros, el frijol no es solo un producto; es parte de su infancia, un símbolo de aprendizaje familiar y comunitario. Labores como la socola, la quema, la siembra, el raleo, la limpieza y la recolección formaron el carácter de varias generaciones que crecieron siguiendo los pasos de sus abuelos, padres y tíos.

El algodón fue, quizá, el cultivo más emblemático. Llegada la temporada de vacaciones, los campos se cubrían de blanco “como copos de nieve”. Las jornadas empezaban de madrugada, cuando las familias se levantaban a preparar alimentos para una larga faena. Luego, en una camioneta Ford 350, se trasladaban hasta extensos campos de propiedad del hacendado Miguel Cuello, en el paraje de Carujo, cerca del Tablazo, donde cada surco podía extenderse un kilómetro.

El proceso de recolección era riguroso: el capataz entregaba a cada jornalero cuatro sacos blancos y registraba meticulosamente cada carga. Con un “campeón”, una suela de llanta que servía de soporte, los recolectores pasaban el día llenando las bolsas de algodón, mientras compartían historias, chistes y canciones. En medio del trabajo resonaban viejas melodías de Alfredo Gutiérrez, los Hermanos Zuleta, Jorge Oñate, Jorge Negrete, José Alfredo Jiménez o Pedro Infante, que amenizaban la jornada bajo el sol Guajiro.

Los más experimentados lograban recolectar entre 80 y 120 kilos diarios. Otros, entre ellos jóvenes y adolescentes, alcanzaban entre 60 y 70 kilos, esfuerzo que representaba un aporte vital para la economía familiar. Estos ingresos permitían a muchos hogares surtir la tienda, comprar ropa para las festividades de diciembre y adquirir los útiles escolares para el año siguiente.

El cultivo del algodón generó una importante fuente de empleo en San Juan del Cesar y en Zambrano. No solo ocupaba a los recolectores, sino también a propietarios de maquinaria agrícola, como tractores John Deere, Massey Ferguson y Ford 6600, maquinistas, auxiliares y obreros encargados de todas las labores de preparación y mantenimiento de los cultivos.

Aunque con el paso de los años esta actividad desapareció casi por completo, su recuerdo permanece vivo en la memoria de quienes crecieron entre sus faenas. Hoy Zambrano conserva su vocación agrícola y pecuaria, pero también enfrenta el reto de recuperar parte de esas tradiciones que alguna vez impulsaron su economía y unieron a su comunidad.

Compartir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *