
Por: Ana Cecilia Fuentes
Inicio contándoles que desde mi infancia observé el arte de servir desde cuando aprendí que el servicio es una de mis grandes pasiones. Ya que representa una acción profundamente humana y recíproca, aunque a menudo no lo notemos, cada uno de nosotros tiene una forma única y transformadora de servir a los demás, para mi esta capacidad de ayudar es un hermoso rasgo de nuestra especie, que nos permite volver a lo esencia y reconectar con los otros.
A través del servicio, podemos recargarnos de posibilismo y contribuir a la construcción de un mundo mejor. Recuerdo muchas conversaciones con mi seño ra madre a la cual admire profundamente.
Ella decía todos tenemos el potencial de ser útiles en cualquier ámbito en el que nos desempeñemos, y que esta utilidad debe ser nuestra principal motivación, más allá de cualquier incentivo eco nómico, así que me llevo a reflexionar si ¿somos conscientes de que servimos? ¿Qué pasaría si incorporáramos esta consciencia en nuestra rutina diaria? No es usual personificar mis crónicas hoy lo hacemos para que nos sirva de ejemplo hoy en un mundo donde se ha perdido la capacidad de asombro, mirar con indiferencia lo que le sucede al otro incluso al vecino donde se dan los casos de encontrar a una persona fallecida en estado de descomposición y el vecino ni siquiera se entera; traigo a colación a mi señora madre Micaela Jiménez quien siempre me decía hay que servir para que mis hijos recojan.
El arte de servir sin mirar a quien… ejemplo de vida: El Nuevo Observador presiones.
Aún recuerdo como si fuese ayer que siendo niña la observamos cómo se levantaba de su lecho a las 4 de la mañana y salía con una enorme olla sobre su cabeza a comprar por encargo las carnes de todos sus vecinos y luego en la mañana nos enviaba a repartir puerta a puerta en medio de mi inocencia yo le preguntaba a mi mama: ¿y la de nosotros? Y ella respondía: no compre para nosotros hija, no tenía plata y no era capaz de cortar ni siquiera un poco de esa carne que madrugaba a comprar, no existía supermercado ni expendio solo unos pocos vendedores que desde tempranas horas de las madrugadas ofrecían su producto.
Ella seguía repitiendo hay que servir para que mis hijos re cojan. Será que hoy se ven esas acciones donde para todo tienen que pagar hasta para un domicilio, por esto traigo hoy este ejemplo digno de ser imitado de SERVIR, donde tu mano derecha no sepa lo que hace tu izquierda… otra de sus ex Un impacto mayor y como decía mi querida madre “vinimos a servir” y el día en que dejemos de hacerlo, así que tomemos consciencia de esto y cultivemos una cultura en la que no solo actuemos por inercia, sino con plena consciencia del poder transformador del servicio.
Creemos juntos un entorno donde todos podamos contribuir al bienestar mutuo. Servir implica ser útil y cuidar del bienestar del otro; brindando escucha, tiempo, recordando siempre que venimos al mundo a servir y así lo dejamos de hacer perdemos parte de nuestra esencia. Cuando hablo del arte de servir como decía mi madre Micaela Jiménez me refiero a ser útil y cuidar del bienestar del otro brindado tiempo, escucha ayudar no solo material puede ser con acciones simples como ofrecer consejo que en igual de valioso para impactar a los demás con pequeños actos de servicio y amor.
