La ética ¿para qué?

Por: Hermes Francisco Daza

No importa quién o qué diga un Código de Ética, si la sociedad carece en términos generales de eticidad. El concepto puede parecer a simple vista horrendo; pero si nos situamos en Colombia, comienza a ser comprensible así pueda criticarse de exagerado. Para no entrar en discusiones Intergremiales sobre concepciones estéticas, filosóficas y sociales que explican los contenidos de los códigos diligenciados en nuestro medio, me referiré al latinoamericano de Ética Periodística que por reunir conceptos de la ONU y FELAP, respaldados por la UNESCO, sirve para despertar conciencia entre nosotros si sabemos o no presionar para que se apruebe una ley que contenga parámetros profesionales y sanciones correspondientes a las faltas cometidas contra la sociedad en el ejercicio del periodismo.

Al comienzo, como introducción, dice… “La información concebida como bien social concierne a toda la sociedad, a la que le corresponde establecer normas morales que rijan la responsabilidad de los medios de información colectiva”.

Más adelante, casi al final de la parte introductoria, aclara… “El periodista en su condición de intermediario profesional es factor importante en el proceso informativo y su ética profesional estará orientada al desempeño correcto de su oficio, así como contribuir a eliminar o reducir las actuales deformaciones de las funciones sociales informativas”

Se refiere a los “dueños” de los medios así… “en la región los empresarios de la noticia usurpan nuestro nombre autodenominándose “periodistas” y aplican una pseudoética regida por los preceptos del provecho comercial”

 Trato, entonces, de aplicarlo. El periodismo, defendido por sus trabajadores, explica que NO HAY MALA PRENSA, sino hechos malos y que la noticia corresponde al registro de los mismos, explicación acertada.

Los maestros del periodismo tratan de hacerle entender al estudiante que no los hechos los que escuetamente se deben registrar, sino el acontecimiento con el fin de despertar conciencia entre los usuarios y hacer progresar a los pueblos en la toma de sus derechos.

Por consiguiente, si el periodista hace parte de la sociedad y no ejerce su función de “fiscal” que es lo que éticamente le obliga, es simplemente un cómplice de la patología social o tan afectado como la sociedad en sí e inocente de sus actos equivocados. ¿Pero podemos contentarnos con sentirnos todos enfermos? Pues no. Lo lógico como todo diagnóstico clínico es que busquemos el origen de la patología y arranquemos el mal de raíz.

Entonces, busquemos la corrupción, la intriga, los intereses desmedidos de poder político y económico, que enfermaron a la sociedad que hoy debe exigir ética, pero carece de eticidad en sus actos que pretende deben ser registrados por el “lado bueno”.

Además, el periodista concebido, formado y deformado en la misma sociedad, también cae en conductas alteradas fomentadas por los “dueños” de la información sean estos civiles y ciudadanos o gobierno y gubernamentales como fuentes condicionadas.

Reza el primer artículo “Es un elevado deber del periodista latinoamericano contribuir a la independencia económica, política y cultural de nuestras naciones y pueblos” Yo pregunto: ¿cuándo? ¿Cuándo sea dueño de los espacios, hacedor de códigos, ministro, parlamentario o fabricante de leyes y proyectos en contra de sí y la comunidad nacional? Seguramente que no. Solamente cuando enfrente su responsabilidad ciudadana frente a la vida y la información, es decir siempre. Y la Unesco en la declaración sobre los Medios de Comunicación dice “La función que les corresponde es contribuir a promover los derechos humanos, en particular haciendo oír la voz de los pueblos oprimidos, que luchan contra el colonialismo, el neocolonialismo, la ocupación extranjera y todas las formas de discriminación racial y de opresión y que no puedan expresarse en su propio territorio”

Entonces, que hacemos los “amigos” de la ética. ¿No han contribuido los medios informativos en América Latina al proceso de deterioro social y la violencia en que cayeron los pueblos por desinformación o información condicionada? ¿No son acaso los indígenas de nuestros países los que casi siempre aparecen irrespetuosos, manipulados y díscolos al reclamar contra los colonos y las fuerzas armadas de poder y poder armamentista? ¿No son los negros en Colombia los más olvidados en todos los estamentos y los señalados y discriminados en sus poblaciones olvidadas? Y sin embargo, ambos ocupan páginas y espacios audiovisuales en su concepción exótica y no de derecho a no ser que el periodo electoral lo favorezca.

Todo y más, bajo las órdenes de códigos internos que imponen los intereses de los medios para conservar las citaciones, las pautas, el caciquismo, los contratos violatorios a los empleados.

Entonces, ¿para qué un código de ética que sea ley? ¿Para burlarlo o para cerrar casi la totalidad de los medios o algunos o retirar tarjetas profesionales, si es la sociedad la que reclama el derecho a estar bien informada? Y si es el parlamento con una ley y como las demás es para violarla y presumir de éticos, entonces es fácil que se voltee la navaja y cuando al gobierno no le agrade equis medio, lo declare fuera del código y lo cierre o lo sancione, o retire la tarjeta profesional a quien sirve con libertad y criterio dentro del derecho reconocido a los pueblos.

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