Hernán Baquero Bracho
A veces existen puertas mágicas que se abren; parece ser el extraordinario mundo de Sobuso, donde la Costa, en medio de su barahúnda, sigue siendo, como de costumbre, una región de grandes paradojas. Los dirigentes de la Costa, públicos y privados, pareciera que ya no tienen sinergia, como existía en otros tiempos. Ya son casi sordomudos de los problemas que nos aquejan, refiriéndonos específicamente al tema de la energía.
Los apagones continúan por doquier, disfrazados de mantenimiento; pueblos enteros de la Costa padecen de este mal del siglo XXI a diario. En el caso de La Guajira, ni qué hablar, los apagones son a diario, en la ciudad capital y en los pueblos circunvecinos, de igual manera en Uribía y Manaure. El corte de energía, por parte de Air-e, es alarmante y vergonzoso, casi estamos sometidos a un castigo por parte de la empresa privada. ¿Paradójico? sí. Mientras algunos sectores pretenciosos discuten, otros más humildes actúan. No obstante, la Costa prospera en medio de presagios, cada vez mayores, de ruina, si el racionamiento continúa, disfrazado ahora de mantenimiento. Si los planteamientos de política regional, en cuanto a la regulación de la energía se dieran, la situación con la empresa privada mejoraría; este comportamiento le daría una distinta perspectiva histórica a nuestra región y las crisis parecerían ridículas, a pesar de las drásticas e insidiosas medidas adoptadas por el gobierno nacional, desde el gobierno Santos.
El derecho a la energía, si nosotros la producimos, es signado y no puede restringírsenos con excesos, como en efecto ha sucedido. La magnitud del daño, en la Costa es aterrador, a medida que el colapso económico nos aleja, cada vez más, de la prosperidad. La solución inmediata para conjurar la crisis energética, que ha provocado el irresponsable centro nacional, es procurar que la energía permanezca en su sitio de origen, solo se debe trasladar el excedente. Los pueblos y las comunidades que no se caracterizan, que no tienen personalidad, si no están condenados a desaparecer, por lo menos están condenados a obedecer, lo cual no constituye esa conexión vital con la existencia, ni es una presea.
A mi modo de ver, la causa fundamental que han llevado al sector eléctrico al actual estado de crisis en la Costa es: la agobiante situación financiera, cuyo alto endeudamiento le ha creado un serio estado de iliquidez a la firma privada. Quisiera yo, que la Costa explorara sus propias fuerzas y sus recursos de carácter, tanto, como su sabiduría; el desastroso manejo del sistema eléctrico nacional es una circunstancia, un pretexto y una excelente coyuntura para desarrollar la arrogancia que nos falta, para que comiencen a reconocer que los costeños podríamos reconstruir en buena parte, el cuerpo de la Nación, con su sabiduría, a fin de asegurar el futuro de la Colombia que se desangra en guerra. Yo no quiero más ese desarrollo impuesto; ese que todos conocemos desde hace más de un siglo, que cada vez se cierne más sobre nuestra tierra y nuestro bienestar.
Aire-e ha sido uno de los peores desastres que ha tenido la Costa Caribe, en más de 500 años de historia y pareciera que hubiera sido la nueva conquista de la inversión extranjera para terminarnos de fregar. Aire-e ha hecho con nosotros lo que le ha dado la gana; los recibos más caros son los que llegan a todos los estratos, como quien dice, sálvese quien pueda. Más humillaciones para dónde. La Guajira es la que ha llevado más del bulto, lo que es Uribia y Manaure han recibido los peores atropellos. Si son los pueblos del Cono Sur, también han recibido su medicina, con el agravio de los sanjuaneros que controlan nuestra energía y se las quitan a los del Cono Sur con cualquier pretexto, eso sí, a ellos no les aplica el corte de energía o el supuesto mantenimiento, que no es otra cosa que el racionamiento, San Juan del Cesar se convirtió en en nuevo colonizador de los molineros, villanueveros, urumiteros y jagüeros. ¡Pobre de nosotros! ¿Hasta cuándo, Air-e?