A La Guajira en sus 60 años.

Por Juan Loreto Gómez Soto

Representante a la Cámara por La Guajira

La Guajira cumple 60 años de vida administrativa, 60 años con la frente en alto, con coraje y siglos de historia.

 La Guajira ha sido faro de libertad indígena cuando la Conquista se estrelló contra el coraje wayuu, frontera viva, con mares abiertos a la marimba, a la cultura, al comercio, a los sueños de los que no cabían en el centro. Sin embargo, también fue y sigue siendo saqueada, estigmatizada y mal gobernada. Pero hoy no es un día para hablar de lo triste, ya lo sabemos, ya lo hemos dicho. Celebremos a esta tierra de carbón, sal, gas, cuna de vallenatos, mujeres que sostienen comunidades y de jóvenes que con poco, hacen mucho.

Aquí, en la tierra donde nadie se rinde, podemos decir que La Guajira no es una tragedia, es una potencia, pero solo quien la ha caminado y ha recibido la hospitalidad de su gente puede entenderlo. Solo quien ha sentido el viento de Jepirra, ha ido a Uribia donde el sol brilla, ha pasado por Manaure, hoy más que nunca la Dama Blanca de Colombia, ha vivido las playas y el carnaval de Dibulla, ha recorrido Maicao, la Vitrina Comercial, ha estado en Riohacha, donde siempre te estamos esperando, primo, ha conocido Albania, la Princesa Negra de La Guajira, ha sentido la calidez de Hatonuevo, tierra de la Amistad, ha amado a Barrancas, mi amada Tierra Amable, ha regresado a Fonseca, porque regresar a ella es repetir la dicha de nacer, ha descubierto Distracción, la Estrella de La Guajira, ha escuchado los versos en San Juan, tierra de la poesía viva, ha sentido el orgullo de El Molino, tierra del Cantante, ha gozado en Villanueva, cuna de acordeones, ha admirado a Urumita, la tierra de las mujeres bonitas o ha caminado por La Jagua, donde revive la Vela de Marquezote… sabe que de este desierto florece gente valiente, orgullosa y siempre dispuesta a darlo todo por su tierra.

Del norte wayuu al sur campesino, esta tierra late con fuerza propia. En el norte, las rancherías gritan que existen y en el sur, los pueblos resisten sin pedir permiso. Nosotros somos sal, gas y carbón, pero también música, palabra y fuego, somos la cuna de los poetas, de los luchadores, de los que no se rajan. Hoy nos llaman la anfitriona de la transición energética y quiero decirles que bienvenidos los paneles y los vientos, pero con condiciones. Que no nos usen como siempre, que la energía que salga de aquí alumbre nuestras propias casas primero, que cada torre eólica respete a nuestros pueblos y que el futuro no se construya sobre los mismos errores del pasado.

La Guajira está cumpliendo años y queremos que dejen de vernos como un departamento problema y que comiencen a reconocernos como el corazón vivo del Caribe colombiano. Hoy como un guajiro orgulloso, que ha visto de cerca el dolor y la grandeza de su gente, les digo que valemos más que cualquier promesa del pasado.

Feliz vida a La Guajira, que el viento te siga empujando, pero que nunca más te empuje solo.

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