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En mi trasegar de tantos años ejerciendo este oficio, he aprendido que lo correcto sigue siendo correcto, aunque nadie lo haga y lo incorrecto sigue siendo incorrecto, aunque todos lo sigan, que las personas no son seguidas por los títulos sino por los ejemplos y que ser ético es rentable, porque así se construye buena reputación, credibilidad, confianza, respeto y valor como persona al interior de la sociedad.
Mi oficio lo respeto y lo profeso sin intención de profanarlo, el periodismo no es negociable si quieres tener éxito a largo de tu desempeño, solo así se mantiene la credibilidad y solo así conservas la lealtad de la audiencia, el periodista no debe sacrificar su opinión, ni la verdad de la información para salvar el dinero que le ofertan, el verdadero periodista 𝐩𝐨𝐧𝐞 la verdad p𝐨𝐫 𝐞𝐧𝐜𝐢𝐦𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐧ú𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬.
En lo que se desempeñe el hombre debe avanzar sin pisar a nadie, con la sabiduría de hacer su vida sin apagar la luz de otro, en ese sentido he luchado por un periodismo que me enseñe a pensar y a opinar con libertad, no a obedecer órdenes de quienes ostentan el poder.
Mucha gente exige la sinceridad, pero se ofenden si les hablan con la verdad, entonces que es lo que quieren, que les ofendan por sinceridad o que les mientan por adulación, se necesita mantener la misma ética en público y en privado, por eso defiendo lo que creo, aunque esté solo porque al final lo que realmente define al hombre es coherencia, es estar alineado con lo que se predica.
Hay que liderar con valores, no con conveniencia particular, hay que ser leal a la palabra y a los principios, hay que hacer lo correcto, aunque te parezca difícil, hay que reconocer los errores sin miedo.
El periodismo en un sistema democrático no puede convertirse en herramienta de propaganda, olvidándose de fiscalizar a funcionarios públicos cuestionados por su conducta, tratando de crearles una imagen positiva, en ese sentido disfrazan la propaganda de información, esa confabulación con quienes piensan contrario, esa es una creciente amenaza entre los comunicadores y los poderes, es una manifestación de corrupción y esa práctica desvirtúa la esencia del oficio, convirtiéndolo en un negocio donde la verdad se vende.